La Organización Mundial de la Salud (OMS) desde el año 2001 recomienda el uso clínico (entre otros usos) de la Clasificación Internacional del Funcionamiento de la Discapacidad y la Salud (CIF).
Esta Clasificación complementa a los antecedentes entregados por la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) que debe incorporarse al organizar la información de las condiciones de salud.
La clasificación CIF entrega respuesta al tercer indicador central de salud a nivel mundial, el funcionamiento, que junto a la morbilidad y mortalidad se ubica dentro de los más importantes para el desarrollo de políticas en salud.
El modelo Integral del funcionamiento de la CIF tiene como base el enfoque biopsicosocial, o sea, la relación que existe entre la persona y el entorno, visualizando la salud desde una perspectiva biológica, individual y social, que interaccionan de manera dinámica, y cualquier intervención en alguno de esos niveles tienen el potencial de modificar uno o más de los otros elementos.
Es evidente que cuando hablamos de funcionalidad humana pensamos en bienestar y salud, por lo que la definición de salud de la OMS (“completo bienestar físico, psíquico y social”) debe ser uno de los pilares para razonar clínicamente al evaluar o planificar acciones a lo largo del ciclo vital.
La Clasificación CIF, abarca cuatro componentes:
- Funciones y Estructuras corporales
- Actividades y Participación
- Factores ambientales
- Factores personales
Estos componentes deben ser comprendidos por quienes trabajan en funcionalidad humana y discapacidad.
Para comprender el panorama funcional de una persona se debe organizar un perfil de funcionamiento, el cual se origina desde los componentes de la CIF. Toda esta información se extrae desde las actividades, tareas o acciones que realiza una persona en un ambiente real.
Por ejemplo, al considerar dos persona con la misma edad, que viven en la misma zona geográfica, y que pueden tener las mismas condiciones de salud, seguramente presentarán diferentes niveles de funcionamiento, ya que al conocer factores sus contextuales o desempeño para ejecutar tareas funcionalmente serán diferentes.
Finalmente y a modo de ejemplo, la pandemia por covid-19 que estamos viviendo nos ha vinculado a situaciones extremas de vida y escuchamos hablar de la respuesta funcional de los pacientes en las unidades de cuidados intensivos (UCI), los cuales están en estado crítico.
En los pacientes se debe evaluar su funcionalidad desde los déficits, las limitaciones y los facilitadores que le permiten vivir (por ejemplo a través del uso de ventiladores mecánicos), encontrando los componentes que se encuentran dentro del modelo de la CIF y así evaluar ordenada y funcionalmente el paciente en UCI.
Entre otros, se genera información de la persona asociada a la conexión con el medio, la dificultad respiratoria y la capacidad para la realización de actividades mínimas como sentarse en la cama o caminar. Sin embargo, será una condición muy grave si se encuentra con ventilación mecánica, por lo que sólo va a depender de los factores ambientales para poder vivir.
Si pensamos en los pacientes más complicados desde la salud y su bienestar concluiremos que están altamente comprometidas, siendo los equipos de salud, las tecnologías, los medicamentos, entre otros, o sea, el contexto lo que le permite vivir, mientras sus estructuras y funciones corporales responden frente a la situación crítica que presenta.
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CIF en Rehabilitación
Identificar los componentes de la CIF para comprender su uso interdisciplinariamente en procesos de rehabilitación.